Ja n’hi ha prou de relaxació al llac Inle! Així doncs, vàrem agafar un
autobús que ens portaria cap al nord en només, només? 16 hores. El viatge en
bus va ser bastant entretingut i curiós. Per començar, els locals no estan
acostumats a viatjar en un vehicle de 4 rodes o més o simplement són molt
sensibles. Bé, la qüestió és que és bastant normal que el que està al costat
teu comenci a vomitar en un moment o un altre. Només a l’entrar es reparteixen
bosses de plàstic o les trobes al teu seient. Ja us imagineu per a que, no? A
vegades, 3 o 4 persones al mateix temps comencen a treure tot el que porten a
dins. Realment pateixen. Haig de confessar que el trajecte no era del tot
còmode, moltes corbes, carretera en mal estat i frenades brusques. Pobres!
Per arribar a Hsipaw hem de creuar unes muntanyes. Això significa que
el nostre vehicle passa molt temps pujant i baixant pendents. Al baixar, els
frens no paren de treballar i s’escalfen. Però cap problema! A mig camí, hi ha
uns llocs concrets amb mànegues i aigua. Els cotxes, camions i busos paren allà
per refrescar els frens durant uns minuts amb aquestes mànegues. El fum surt de
les rodes com si alguna cosa s’estigués cremant però no passa res, és bona
senyal, els frens estan baixant la seva temperatura i ja estem llestos per
continuar.
A dins d'un bus |
El bus es va parant per recollir i deixar gent en qualsevol lloc. La
gent utilitza uns seients plegables per asseure’s en el passadís. Així que anem
plens, plens. També parem per carregar mercaderies i omplir encara més el maleter
de l’autobús. No sé si arribarem algun dia. El conductor té el volant a la
dreta ja que és un vehicle japonès i també circulem per la dreta així que els avançaments
són sense visibilitat, clar. Menys mal que anem bastant lentament.
Bé, el nostre camí continua i el bus fa un soroll estrany. No li donem
importància ja que pensem que també és una cosa normal. Uns moments més tard
ens parem en un poble perdut sense cap raó. Desprès de veure el conductor i els
assistents del conductor (ja que almenys hi ha dues persones que controlen els
bitllets) mirant i remirant el motor ja notem que alguna cosa no va bé. Efectivament,
l’embragatge s’ha trencat. La solució és fàcil, esperar un altre bus el qual
arribarà en unes quantes hores. Aprofitem per sopar i dormir una mica a dins
dels bus. Finalment, arriba el vehicle de substitució i ara només s’ha de
traspassar l’equipatge i les mercaderies d’un lloc a l’altre. Un cop fet,
comencem una altra vegada el trajecte.
No dormim gaire bé en els nostres seients però ja es fa de dia. Encara
ens queda una sorpresa més ja que hi ha caravana. Només faltava això!
Finalment, arribem a Hsipaw. Un viatge de 16 hores s’ha convertit en un de 23,
quasi un dia. Fins i tot el nostre “hostel” havia cancel·lat la nostra reserva
perquè pensaven que no veníem. Sort que tenien més habitacions lliures. Bé, el
més important és que ja estem aquí. Esperem que valgui la pena. Vaig a dormir
una mica que m’ho mereixo, no?
¡Ya está bien de relajación en el lago Inle! Así pues, cogimos un
autobús que nos llevaría hacia el norte en sólo, ¿sólo? 16 horas. El viaje en
bus fue bastante entretenido y curioso. Para empezar, los locales no están
acostumbrados a viajar en un vehículo de 4 ruedas o más o simplemente son muy
sensibles. Bueno, la cuestión es que es bastante normal que el que está a tu lado
empiece a vomitar en un momento u otro. Sólo al entrar se reparten bolsas de
plástico o las encuentras en tu asiento. Ya os imagináis para que, ¿no? A
veces, 3 o 4 personas al mismo tiempo empiezan a sacar todo lo que llevan
dentro. Realmente sufren. Debo confesar que el trayecto no era del todo cómodo,
muchas curvas, carretera en mal estado y frenazos bruscos. ¡Pobres!
Para llegar a Hsipaw debemos cruzar unas montañas. Esto significa que
nuestro vehículo pasa mucho tiempo subiendo y bajando pendientes. Al bajar, los
frenos no paran de trabajar y se calientan. ¡Pero ningún problema! A medio
camino, hay unos lugares concretos con mangueras y agua. Los coches, camiones y
buses paran allí para refrescar los frenos durante unos minutos con estas
mangueras. El humo sale de las ruedas como si algo se estuviera quemando pero
no pasa nada, es buena señal, los frenos están bajando su temperatura y ya
estamos listos para continuar.
Es curioso también que los buses que tienen aire acondicionado, como
el nuestro, realmente lo utilizan. El conductor no crea un ambiente agradable
sino que transforma el interior en un frigorífico. Los locales ya lo saben y ya
vienen preparados con chaquetas, gorros y bufandas. Yo también lo sabía pero es
que es exagerado. He pasado un poco de frío a veces. A esto, le tienes que
sumar que ponen la música super alta. No se puede ni dormir. Ya me conozco todos
los "greatest hits" birmanos. Lo mejor de todo es que nadie protesta,
es algo normal. Yo tengo la teoría de que lo hacen así para que la gente no se
maree tanto. Si no es por esta razón, realmente no lo entiendo.
El bus se va parando para recoger y dejar gente en cualquier lugar. La
gente utiliza unos asientos plegables para sentarse en el pasillo. Así que
vamos llenos, llenos. También paramos para cargar mercancías y llenar aún más
el maletero del autobús. No sé si llegaremos algún día. El conductor tiene el
volante a la derecha ya que es un vehículo japonés y también circulamos por la
derecha así que los adelantamientos son sin visibilidad, claro. Menos mal que
vamos bastante lentamente.
Bueno, nuestro camino continúa y el bus hace un ruido extraño. No le
damos importancia ya que pensamos que también es algo normal. Unos momentos más
tarde nos paramos en un pueblo perdido sin ninguna razón. Después de ver el
conductor y los asistentes del conductor (ya que al menos hay dos personas que
controlan los billetes) mirando y remirando el motor ya notamos que algo no va
bien. Efectivamente, el embrague se ha roto. La solución es fácil, esperar otro
bus que llegará en unas cuantas horas. Aprovechamos para cenar y dormir un poco
dentro de los bus. Finalmente, llega el vehículo de sustitución y ahora sólo se
tiene que traspasar el equipaje y las mercancías de un lugar a otro. Una vez
hecho, empezamos otra vez el trayecto.
No dormimos muy bien en nuestros asientos pero ya se hace de día.
Todavía nos queda una sorpresa más ya que hay caravana. ¡Sólo nos faltaba eso!
Finalmente, llegamos a Hsipaw. Un viaje de 16 horas se ha convertido en uno de 23,
casi un día. Incluso nuestro "hostel" había cancelado nuestra reserva
porque pensaban que no veníamos. Suerte que tenían más habitaciones libres. Bueno,
lo más importante es que ya estamos aquí. Esperamos que valga la pena. Voy a dormir
un poco que me lo merezco, ¿no?
Miki LaBà
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